domingo, 28 de junio de 2009

"El otro" Claudio Simiz

Este que ves entrar con mi misma estatura
y apoyarse por un instante en la mesa
donde tantas veces te hizo reír.
Este que busca, como siempre,
sus papeles sin encontrarlos
y hará a la vez tres o cuatro cosas
mientras conversa con los ángeles.
Este, que llamarás por mis nombres
y mis apelativos, tal vez no sea yo.
Seguramente
no advertirás
el silencio hilvanando las palabras,
la nada agazapada detrás de los anteojos,
el caminar sin huesos
sin aire
sin preguntas,
la aliteración ronca,
la piel que ya no sueña.

http://www.solopoemas.com.ar

"Animal nocturno" Matías Vernengo

No es el ala su escritura, sino
esa membrana que forma entre sus dedos
el insomnio

ese ir y venir
bajo los techos
de un asunto privado,

ese casi dolor

ante una mínima
insinuación
de la luz.

de El ojo y la cerradura, Buenos Aires, Ediciones del Dock, 1999

http://laseleccionesafectivas.blogspot.com/

lunes, 22 de junio de 2009

La función del lector/2 - Eduardo Galeano

Era el medio siglo de la muerte de César Vallejo, y hubo celebraciones. En España, Julio Vélez organizó conferencias, seminarios, ediciones y una exposición que ofrecía imágenes del poeta, su tierra, su tiempo y su gente.
Pero en esos días Julio Vélez conoció a José Manuel Castañón; y entonces todo homenaje le resultó enano.
José Manuel Castañón había sido capitán en la guerra española. Peleando por Franco había perdido una mano y había ganado algunas medallas.
Una noche, poco después de la guerra, el capitán descubrió, por casualidad, un libro prohibido. Se asomó, leyó un verso, leyó dos versos, y ya no pudo desprenderse. El capitán Castañón, héroe del ejército vencedor, pasó toda la noche en vela, atrapado, leyendo y releyendo a César Vallejo, poeta de los vencidos. Y al amanecer de esa noche, renunció al ejército y se negó a cobrar ni una peseta más del gobierno de Franco.
Después, lo metieron preso; y se fue al exilio.

de "El libro de los abrazos"

sábado, 20 de junio de 2009

de "Guitarra negra" Alfredo Zitarrosa

Cómo haré para tomarte en mis adentros, guitarra. Cómo haré para que sientas mi torpe amor, mis ganas de sonarte entera y mía. Cómo se toca tu carne de aire, tu oloroso tacto, tu corazón sin hambre, tu silencio en el puente, tu cuerda quinta, tu bordón macho y oscuro, tus parientes cantores, tus tres almas, conversadoras como niñas. Cómo se puede amarte sin dolor, sin apuro, sin testigos, sin manos que te ofendan. Cómo traspasarte mis hombres y mujeres bien queridos, guitarra; mis amores ajenos, mi certeza de amarte como pocos. Cómo entregarte todos esos nombres y esa sangre, sin inundar tu corazón de sombras, de temblores y muerte, de ceniza, de soledad y rabia, de silencio, de lágrimas idiotas.


lunes, 8 de junio de 2009

Ah, mis amigos, habláis de rimas...(Juan L. Ortiz)

Ah, mis amigos, habláis de rimas
y habláis finamente de los crecimientos libres...
en la seda fantástica os dan las hadas de los leños
con sus suplicios de tísicas
sobresaltadas de alas...
Pero habéis pensado
que el otro cuerpo de la poesía está también allá,
en el Junio de crecida,
desnudo casi bajo las agujas del cielo?
Qué haríais vosotros, decid, sin ese cuerpo
del que el vuestro, si frágil y si herido,
vive desde "la división",
despedido del "espíritu", él,
que sostiene oscuramente sus juegos
con el pan que él amasa y que debe recibir a veces
en un insulto de piedra?
Habéis pensado, mis amigos,
que es una red de sangre la que os salva del vacío,
en el tejido de todos los días, bajo los metales del aire,
de esas manos sin nada al fin como las ramas de Junio,
a no ser una escritura de vidrio?
Oh, yo sé que buscáis desde el principio
el secreto de la tierra,
y que os arrojáis al fuego, muchas veces,
para encontrar el secreto...
Y sé que a veces halláis la melodía más difícil
que duerme en aquellos que mueren de silencio,
corridos por el padre río, ahora,
hacia las tiendas del viento...
Pero cuidado, mis amigos,
con envolveros en la seda de la poesía
igual que en un capullo...
No olvidéis que la poesía,
si la pura sensitiva o la ineludible sensitiva,
es asimismo, o acaso sobre todo, la intemperie sin fin,
cruzada o crucificada, si queréis, por los llamados sin fin
y tendida humildemente, humildemente,
para el invento del amor...

sábado, 6 de junio de 2009

"Epitafio" Juan Gelman

Un pájaro vivía en mí.
Una flor viajaba en mi sangre.
Mi corazón era un violín.
Quise o no quise. Pero a veces

me quisieron. También a mí
me alegraban: la primavera,
las manos juntas, lo feliz.
¡Digo que el hombre debe serlo!
(Aquí yace un pájaro.Una flor.Un violín.)


de "Violín y otras cuestiones"